Tragar sapos

Del 7 de octubre al 8 de noviembre del 2023.

Pocas veces sentimos los órganos internos de nuestro cuerpo, de forma reconocible. Esta sensación suele estar relacionada con momentos de dolor o de enfermedad: los ojos duelen cuando han recibido más estímulos de los que pueden tolerar; el cerebro se siente rebotar en nuestros cráneos cuando nos falta hidratación,  y un dolor abdominal puede ser una señal de que un pequeño fragmento de nuestras vísceras debe irse. Sólo entonces sabemos que el estómago es estómago y no bazo, ni pulmón.


Nos relacionamos con el mundo, en gran parte, por medio de lo que entra en nuestro cuerpo: desde los nutrientes de la comida hasta los sonidos, la contaminación, las ondas electromagnéticas, los virus y el estrés. En nuestras entrañas habita un entramado sensorial: el sistema nervioso autónomo, que si bien no puede articular ideas o crear un lenguaje, tiene una vida propia, caprichosa, que media nuestra relación física y emocional con el entorno.


Tragar sapos es una de aquellas sensaciones que nuestro sistema autónomo conoce mejor que nuestro cerebro. Se trata de una experiencia desagradable, intensa pero recibida como obligación, como un sacrificio. Cristina Umaña Durán describe esta sensación en sus diarios: uno se traga un sapo "cerrando los ojos / sin mirar / con asco / sin masticar".


La sensación de tragar sapos es temporal, pero su efecto queda registrado en el cuerpo para siempre. Cada tragar un sapo es un ahogamiento momentáneo,  y si tenemos que tragarnos muchos sapos, nuestras entrañas se van llenando de ruina. En ese momento la muerte deja de ser una amenaza fugaz para transformarse en una posibilidad real, producto de una agonía prolongada. De manera paulatina nuestro cuerpo se convierte en un ambiente opresivo, que lucha contra sí mismo, pero también lucha por sobrevivir.


Si pudiésemos habitar nuestro propio interior sería una experiencia de renuncia al orden, al arriba y el abajo, al principio y al fin. En las entrañas nada se parece a los dibujos de anatomía; todo es espasmo, fluido, digestión, respiración. Cada tránsito líquido y gaseoso que da forma a un órgano antes colapsado es como un movimiento involuntario de quien busca salir a la superficie del agua y respirar cuando el oxígeno se ha agotado. 


Quizá es por eso que nos cuesta tragar un sapo: porque nos recuerda ese malestar, que en la garganta es tristeza y en el estómago es dolor. Tenemos pánico a morir y tragar sapos nos hace pensar en qué pasaría si encarnáramos ese miedo.





Texto:

David Ayala-Alfonso

Artista:

Cristina Umaña Durán