Performatic corpus

El curador desea dedicar esta muestra a Mireya Escalante

El cuerpo posmoderno se vuelve colectivamente deseable y real gracias a su gestión farmacológica y a su promoción audiovisual. Vivimos en una era tóxico-porno.

Paul B. Preciado

Performatic Corpus presenta el trabajo más reciente de los artistas Karla Leyva (Monterrey) y Gabriel Lengeling (Guanajuato, 1996) como dos aproximaciones estéticas a las múltiples nociones de identidad. Ambos cuerpos -entendidos como los propios y como el conjunto de obras realizadas a partir de video, fotografía, escultura, pintura y performance- cuestionan y delimitan los parámetros por los cuales definen género y origen, así como grupos étnicos, sociales y culturales.

La línea de pensamiento de los estudios de identidad de género se fundamenta en la noción de su construcción como un performance que se desenvuelve a partir de las prácticas cotidianas, aprendidas y realizadas durante la infancia y la juventud y con base en normas culturales de lo femenino, lo masculino y lo cuir (queer). Tanto Leyva como Lengeling indagan en lo performático del género como una expresión social y cultural que cuestiona las prácticas heteronormativas desde dos ángulos distintos aunque equiparables.

Leyva propone una aproximación crítica al entendimiento de “tecnologías” como todas aquellas extensiones artificiales al cuerpo humano que nos permiten relacionarnos con nuestro entorno y, consecuentemente, modificarlo o reconstruirlo. Se observan y cuestionan los usos de las máquinas, los utensilios y los rituales construidos específicamente para las actividades que se llevan a cabo en los espacios relacionados con la salud estética y la belleza. Su obra traza una línea de pensamiento de lo post-humano que abarca el arte, la política, la ciencia, la economía, y la tecnología. Se incita a cuestionar las consecuencias de las crecientes prácticas sociales y médicas en el comportamiento y la anatomía del ser humano, al mismo tiempo que propone una definición paralela de lo que significa estar vivo en un cosmos donde las prácticas estéticas superan la interacción con lo animal, lo vegetal y lo terrestre.

A su vez, Lengeling utiliza la identidad de género como un recurso no solo para abordar la masculinidad de sus rituales cotidianos como un hombre cisgénero homosexual, sino también para indagar en las nociones de identidad nacional como un ciudadano México-Estadounidense. Lengeling modifica la materialidad de los objetos tradicionales ligados a la construcción de su identidad – desde banderas y propaganda política hasta el gameboy – y los reconstituye como objetos estéticos y de deseo al mismo tiempo que cuestiona procesos bi-partisanos de aproximación como el T-MEC. Asimismo, la parafernalia propia de la halterofilia – una disciplina deportiva ligada a la fuerza y, por consiguiente, a la masculinidad – se ve en escrutinio al insertarse en un contexto cultural asociado con las múltiples realidades del hombre cuir: el homoerotismo, los antirretrovirales y el cruising. El artista logra sintetizar todo aquello que lo define no solo como una serie de performances sino también como consecuencia de las prácticas culturales que lo establecen.